La razón de vivir (22).

De tanto correr, de tanto indagar porqué los pies se hunden en la arena y dejan las mismas huellas; a la distancia toman su verdadera forma, tan distinta a mi.

Mirame fijo, bien fijo, para que puedas notar la noche larga de mi pupila; el desconcierto en el que me suelo perder. Noche larga, tan larga como profundo me hallas buscado con la esperanza de percatarte del resto de las cosas que no son el negro de mi mirada; trabajo, plata, tiempo, sexo, distancia, muerte, familia, todo eso que impide que te olvides que no estás en mí.

¿Qué nos quedará? - Preguntaron.
¿Qué nos queda? - Pregunté, porque no querer morir es una elección y esa fuerza vital nos obliga a despertar y antagónicamente nos exige dormir, porque la libertad es tan versátil que encierra, como el aire.

Los transeúntes somos gritos , miradas, pasos , exhalaciones llenas de agua y de vigor: ese trozo de viento perdido en una playa inmensa donde no hay camino y la arena se esparse en orden, en ese tenue determinismo que resulta el azar; todos enojados, todos exigiendo un trozo de suerte para sobornar a la amargura.

Como todos, hay días que me siento apartado, por ser igual y sentirme distinto.

Un poco triste, me siento cómodo admitiendo que estoy perdido, confundido bajo el cielo nocturno que ejerce su implacable presión hacia mí mismo, incrustándome en mi alma en fugaces sábanas blancas y puntos adiamantados.  Por bien a mí, el sol me salva de la noche y me reanudo, curando mi conciencia del sarpazo del sueño, a veces tan dañino, tan intenso.

Y así despierto, hablando entre tantos. Entre ellos siento que mirar el cielo es violar la empresa fecunda, es enfrentarse a millones con sólo mirar una estrella e indagarse el porqué de todo lo que me rodea, el misterio de su brillo.

El fulgoroso pasado de su forma; la distorción de su luz y el incierto camino que nos separa me envejece; estoy seguro que es otra forma de percibir su distancia...

... la distancia, esa cortina que esconde todo eso que en lo mas profundo de nuestro ser anhelamos: la razón de la vida.

Entonces mis párpados me muestran una lluvia de esquirlas, llenas de preguntas: todo es belleza trillada, hasta que nos corremos un poco de donde estamos parados, hasta que el sol se parece a un estrella lejana, hasta que la propia mente albergue cuerpos celestes en plena danza vital con la capacidad de la vida distinta a la nuestra; no existe dios, porque existe algo que no puede controlar.

Y así, en la incomensurable distancia, su luz nos presenta, ella tan distante, estrellada y yo tan inocente e incorpóreo. Impactante, la calma nos compromete, nos ahoga, lentamente el mundo se detiene, el firmamento se vuelve suelo y yo un simple testigo, como una estrella.

Todo ese crepitar de luz tan lejano colapsa en mi cuando el silencio es inminente, cuando el misterio de lo que no está iluminado nos llama, cuando no hay respuesta a la vida.

Entonces, es cuando se hace la ensordecedora pregunta:

¿Qué hay detrás del brillo de las estrellas?

Comentarios

  1. Muy bueno Lorenz! Muchas de las cosas que planteas alguna vez se me cruzaron por la cabeza, alguién más me las planteo o incluso algunas las habremos hablado y otras son nuevas. Es verdad que muchas veces uno "es igual" pero se siente distinto. Pero esta es una reflexión que una vez alguién me hizo notar: nuestras ideas son compartidas por más gente de la que creemos, solo que esa gente tampoco es mayoría y por lo tanto, es difícil de encontrarla. Me parece re buena la idea del blog y un poco sirve para esto, para encontrarse con gente que ya pensó cosas similares a uno o para intercambiar ideas con el otro. Te re felicito por esto Lo! Ojalá que siempre te haga bien. Saludos!

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    1. Gracias por la devolución Cami! comentatios asi son los que le dan vida a estas cosas de escribir y pensar. Espero que la idea del blog te inspire a hacerte el tuyo o a escribir algo aunque sea.
      Saludos!

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