Opinión breve de algo que percibimos todos pero que nadie sabe qué es.
Mi tío me sostiene de las manos con mucha fuerza, mientras me gira lo suficientemente rápido para que me despege del suelo.
No era muy alto en ese entonces, pero esa levitación inducida con sus ganas de jugar conmigo me estremecía en completa adrenanina al mirar el suelo en movimiendo debajo de mí, o es eso es lo que creía.
No era muy alto en ese entonces, pero esa levitación inducida con sus ganas de jugar conmigo me estremecía en completa adrenanina al mirar el suelo en movimiendo debajo de mí, o es eso es lo que creía.
Cómo maduran los recuerdos; ahora, lo veo tan pleno como un haz de luz entre las hojas de mi antiguo patio en una tarde de primavera, o un abrazo de mi abuelo cuando venía los domingos.
Los recuerdos maduran, cambian de forma y el efecto que provocan es completamente distinto cada vez que se evocan.
Esas vueltas que daba mientras mi tío me levantaba, ahora son congoja de la mas incisiva y estrepitosa, duradera como una lágrima sobre la mejilla.
Cuando recuerdo las charlas que tenía con mi abuelo sobre la natureleza, el espacio, aventuras de corsarios, expediciones hacia territorio indio, los hallazgos técnicos que permitieron rasgar las tinieblas de algo tan desconocido como es el mundo, ahora esa avidez por conocer es gran parte de mi, y gran parte de mi también son todos los que me marcaron, como mi abuelo; las cicatrices absolutas que provoca amar de forma tan inadvertida pero con tanto ímpetu moldean la esencia.
Los recuerdos maduran, cambian de forma y el efecto que provocan es completamente distinto cada vez que se evocan.
Esas vueltas que daba mientras mi tío me levantaba, ahora son congoja de la mas incisiva y estrepitosa, duradera como una lágrima sobre la mejilla.
Cuando recuerdo las charlas que tenía con mi abuelo sobre la natureleza, el espacio, aventuras de corsarios, expediciones hacia territorio indio, los hallazgos técnicos que permitieron rasgar las tinieblas de algo tan desconocido como es el mundo, ahora esa avidez por conocer es gran parte de mi, y gran parte de mi también son todos los que me marcaron, como mi abuelo; las cicatrices absolutas que provoca amar de forma tan inadvertida pero con tanto ímpetu moldean la esencia.
Mi pregunta recae en toda la vanidad del verbo amar, que cada día me sorprende mas, en sus maneras anacrónicas e inconmensurables, como el recuerdo o las tradiciones.
Es dejarse marcar y a la vez marcar con la propia vulnerabilidad, sumamente mutua y egoísta. Es superarse como individuo, es un cambio instantáneo y total a todo el transcurso de la vida de alguien, como cambiar el curso de un río desde su nacimiento, con mucha sutileza.
La sonrisa clara de mis papás, los abrazos fuertes de mis hermanos, las risas de mis amigos, todo esto que me cambia momento a momento en el olvido y en la crónica misma del recuerdo. Todo ese cambio irremediable que hacen sobre mí en todas las formas que yo podría adoptar a travez del tiempo, porque amar es mas que una circunstancia.
No se lo que es a veces, ni tengo dimensión de su alcance, porque tengo los ojos abiertos, pero sin embargo percibo con mi vista las imágenes de mis recuerdos, análogamente sucumbo al oír y al sentir; sin embargo los recuerdos no se ven, ni se escuchan y no se tocan.
Estar perdido tiene mucho de parecido a amar.

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