El veneno del explorador.

Capaz que nunca te diste cuenta, y realmente es entendible el hecho de normalizarlo, he incluso nunca percatarse. Es una costumbre, pero te termina matando muy dentro tuyo; te olvidas a donde va a terminar tu identidad. El solvente de sueños, la soga que ahorcó los deseos, el genuino veneno del explorador.
Vive agazapada en cada esquina, en el temblor de todos los edificios, la fuerza que decide que cara muestra la moneda. No, no. Pensalo bien, porque si te descuidás y un día vas al parque con tus amigos, te tiras a tomar unos mates, a hablar toda la tarde hasta que el sol se derrumbe en el horizonte, a esa hora que te generan ganas de sentir la frescura del pasto, capaz te distraes en la vaga idea de qué lindos los tréboles, qué pasaría si encuentro uno de cuatro hojas, no creo, es imposible, nunca encontré ninguno, ni tuve mucha suerte, hasta que lo mirás, mecerse en el cadáver de la tarde para la que fue concebido, para la que tuvo que esperar y esconderse desde que brotó, para que vos creas que es estocástico el encuentro entre ese espécimen raro y vos, tan común, y que termines pensando que no tiene explicación, que le pudo pasar a cualquiera y así te sientas cómodo ignorando todas esas cosas que te acarician desde la oscuridad y te sientas víctima de todo lo que pasa en el mundo para justificar tu fortuna.

Comentarios

Entradas populares