La caída

La noche en invierno llega apenas mas rápido de lo que cae el sol. El frío ayuda muchísimo. Por eso con mi hermano ya estamos a la tarde en casa, no por merendar, pero el barrio esta frío y desolado. En general es mejor matar el tiempo en la calle, jodiendo con los pibes o jugando a la pelota. Ahora no esta bueno volver de noche, así que mucho no puedo boludear por ahí (por lo menos para mí, que vuelvo casi en el atardecer por los talleres de la técnica). Mi hermano es mas grande, y hace otras cosas, que le llevan mas tiempo; a veces juega a la pelota. Una vez me lo crucé en una esquina, estaba tomando con unos pibes, que no conozco. Pero igual vuelve antes de que se haga tarde, y en invierno vuelve un toque antes. Un par de veces llegó para la cena y mi viejo lo cagó a trompadas. Odio cuando pasa eso, es muy incómodo, no se que hacer, y me asusta mucho la situación.
La noche es misteriosa, siempre lo pensé. En el colegio nos pidieron hacer un poema o una reflexión acerca de algo que nos cause intriga, y pense hacer el trabajo práctico sobre la noche. Pero lo terminé haciendo de otra cosa.
Enrealidad es muy difícil, porque lo hice sobre caer. De qué se trata caer.
Fue en la profunda y misteriosa noche de la madrugada. Las luces de sodio de la vereda estaban lo suficientemente lejanas para mezquinar su luz y cubrir de penumbra el patio de la casa de Claudio. La ventana de su cuarto da a la parte mas oscura del patio, como un pasillo, contenido por unas medianeras de ladrillo desnudo. Esa ventana, estaba no muy lejos del galponcito de la casa, un lugar donde no había mas que cosas de estación y algunas herramientas. La ventana, a pesar del frío invernal que cubría todo San Miguel, permaneció abierta, pero apenas. El viento helado acarició lentamente a las cortinas finas del cuarto de Claudio. La perversión de la briza alcanzó a alzar la cortina. Al tenue silbido del viento que entró junto con frío, lo acompañó un ruido seco típico de la caida de algo en el cemento, como cuando alguien cae de mucha altura. Claudio sintió el frío, a pesar de que comunmente está dormido a esas horas de la madrugada. Vió bailar la cortina, remarcada por la falsa sombra naranja que deja la luz de la calle. Cuando alzó la cabeza vió a su hermano salir de la cama para ir al pasillo que da a la cocina. Seguro va a avisarle a papá, pensó . Claudio se quedó en su cama, con miedo. Al cabo de un breve instante del silencio misterioso del viento sobre los árboles, lejanos,  escuchó que se cayó algo pesado contra una de las puertas de chapa del galpón. Claudio se asustó mucho. Antes de que pudiera asomarse por la ventana, llegó su hermano al cuarto, con mucho sigilo. Le da un arma. Le dice que tenga cuidado porque tiene balas y no esta trabada. Le dice, en susurros llenos de valentía y terror, que lo siga, que iban a ir a la parte de atrás de la casa, que da a la espalda del galpón. Cuando salen de la casa descubren el frío húmedo y ventoso. El arma que tenía Claudio tenía la temperatura de sus manos y estaba tibia, casi como un resguardo del frío. Detrás de su hermano se acercó a la arista de la casa, que daba al pasillo donde se podría ver la parte de atrás del galpón, de donde provino el ruido. La luz naranja pintó el corredor no muy largo hasta pasando el galpón.En el fondo del pasillo apreció una sombra que se descubrío con lentitud.  El papá de Claudio estaba naranja, enmarcado por los bordes del pasillo. La pistola que tenía en la mano reflejaba muy intensamente la luz, como si fuera un destello.
-Quedate ahí, hijo de puta, o te quemo.- Dijo el padre de Claudio con una horrible calma, a contraluz.
La estridente amenaza se la llevó el viento. El que irrumpió en el galpón permaneció en la oscuridad sufriendo el peor escalofrío de su vida. Dejó de hurgar por la parálisis de esa sensación dolorosa de sentir el cuerpo preparado para morir.
El ruido tumultuoso de los árboles denotaban la furia del viento. El frío subía por los tobillos quietos de Claudio, que no temblaba. De a poco ambos hermanos, intuitivamente, levantaron las pistolas, apuntando al pasillo.
El viento seguía fluyendo por el corredor y por el camino estruendoso que hace entre las hojas.
Rápidamente el delincuente corrió por el pasillo, alejándose del padre de Claudio, pero acercándose al par de hermanos.
Ellos se empezaron a asustar, si disparar o no, si realmente el ladrón iba arremeter contra ellos o simplemente menifestaba el gesto desaforado de la corrida como última alternativa.
El sonido incisivo de un disparo retumbó con violencia sobre los oídos de Claudio. Sonó muy fuerte y con repeticiones distantes, el pasillo contuvo toda la fuerza de la ignición. El grito de dolor no se hizo esperar, reverberando aún mas; el alarido tuvo un eco mucho mas duradero.
La corrida del delincuente cesa en una caída suave y espiralada. Cae contraído, en posición fetal. Claudio pensó que la caída fue la primer instancia de la muerte. Fue lenta y silenciosa, a pesar de todo el alboroto previo. Fue un instante de calma controvertida por el aterrador espectáculo de la muerte.
Se acercan al herido, el padre de Claudio y el hermano, a decirle que se levante y se vaya. Ambos lo apuntaron. El padre lo golpeó un par de veces, para que  reaccione. El tiro fue atinado en el muslo derecho. La sangre reflejaba rojo, en tenues ondulaciones por el viento. Porqué no naranja, se preguntó Claudio.

¿Porqué no naranja el reflejo en la sangre? 

Con el delincuente echado a un costado, intentando parase, el padre de Claudio comenzó a reírse y a insultar al desvalido. Lo pateó hasta que el hombre herido consiguió levantarse.
-Volvé por donde viniste o te boleteo acá hijo de puta- Dijo con un tono muy agresivo, con la boca entrecerrada y usando mucho la garganta, con voz gutural.
Cuando el padre de Claudio se aleja del delincuente, la luz descubrió su oscura cara; Claudio y su hermano habían jugado a la pelota con él, en algunas ocasiones. Ambos hermanos lagrimearon.
La trepada del herido era atormentadora por los gritos de dolor, pero pese a su torpeza, fue suficiente para acostarse un poco en el borde de la medianera y mirar a los chicos a los ojos. Ellos vieron cómo el jóven lloraba, marcando una suave estela naranja en su rostro, con rastros de agua curtando sus mejillas con el reflejo de las luces.
Se inclina hacia el otro lado, para lanzarse.
Cuando se dejó de ver, desde el ángulo de Claudio, se escuchó un estruendo fuertísimo, mas contundente que el disparo de la pistola de su papá. Hubo un destello.
El eco del aparente disparo, resonó en todo el barrio, yendo y viniendo. Al instante se escucha caer algo medio pesado, como una caja, del otro lado donde el ladrón se dejó caer.
-Tomá hijo de puta- Se escuchó en la noche escondida detrás de ese paredón.
Claudio sintió muy intensa esa caída, entre el disparo y el seco aterrizaje del muchacho, sin vida. Sintió que la caída duró lo que tarda un saludo, como cuando se despedían de un partido de fútbol.

"Caer es atravesar una etapa
sin poder evitarlo
porque el tiempo te atrapa
y no existe esfuerzo para dejarlo.

Caer es ir hacia otro lado
a donde la salud te obliga
es la respuesta al misterio
de este mundo helado."

Me hubiera sacado un diez, pero cuando la profesora me preguntó en qué estaba pensando le dije "-Qué le importa."


 
 

Comentarios

Entradas populares