Hipotético monólogo de la conciencia Nº17434238 del día del evento.
¿No te da miedo?¿No te asustaste cuando cruzó la puerta drogado? El te dijo que venía de la facultad, pero vino dopado ¿No te da miedo que encima piense que no te diste cuenta? Se pasea por tu casa como si lo habitual fuese tambalearse y fingir, y volver así, tan tarde y sucio y vos sin preocuparte. Fijate lo egoísta que sos, sí tuviste miedo cuando te apuntaron con un arma en Blockbuster y no te asustaste cuando entró al remís, con su bolso y su ropa de camping, empapado en lágrimas o cuando se quedaba solo los fines de semana, fijate, ni un cumpleaños hizo, y no tuviste miedo. Tenés el sentido común invertido, ahora, igual él. Entonces contame, ¿No te da miedo que se resienta y se enclaustre en su inexistente remedio, en su juventud despavorida, que se olvide de vivir, que crea que la alternativa a la paciencia es huir del mundo, de la casa, de tu silencio conmutable, de sus noches eternamente puntuales y frías? Qué terrible, él se deshace, al igual que las lágrimas en su piel percudida, y entonces vos lo miraste a los ojos colorados y lo dejaste entrar, vos sabés que el no tiene los ojos colorados, pero no le dijiste nada. No se los puede querer en silencio, eso los daña, luego se desintegran, como una flor aplastada por la atmósfera, en atardeceres cualquiera, en días como todos, en noches desprevenidas, cuando no hay necesidad de tener miedo.
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