"Tengo mi propia forma de mirar al suelo" de Guido B. Magallán
Un sillón vacío debajo de un puente.
La sombra de un actor mudo.
El arte de no tener vista,
de separar las manos de las ataduras del cuerpo.
El pájaro se inmola contra las nubes,
con frío y sin un nido.
La sonrisa me fulmina;
el tobogán oscuro en el que siempre caigo,
desilusionado e indefenso.
Mi cuerpo es una marioneta haragana;
Las tanzas se enredan.
Las maniobras tienen mi calco
difuminado por la bruma.
Estoy cansado de encontrar ciudades
en los rincones,
no acaba el ruido de sus autos,
de su gente, de ventanas cerrándose,
de su noche devorándome lentamente.
Gritan, gritan y gritan,
las hojas que caen en la puerta de mi casa.
Cómo anhelo soster sus ojos
para que escarben en este suelo virgen,
atrapado en una jaula
cosmopolita.
Lloran y lloran,
desintegrándose
con la esperanza
de que algún día vuelva
y les hable
de los días en que yo no tenía otoño.
La sombra de un actor mudo.
El arte de no tener vista,
de separar las manos de las ataduras del cuerpo.
El pájaro se inmola contra las nubes,
con frío y sin un nido.
La sonrisa me fulmina;
el tobogán oscuro en el que siempre caigo,
desilusionado e indefenso.
Mi cuerpo es una marioneta haragana;
Las tanzas se enredan.
Las maniobras tienen mi calco
difuminado por la bruma.
Estoy cansado de encontrar ciudades
en los rincones,
no acaba el ruido de sus autos,
de su gente, de ventanas cerrándose,
de su noche devorándome lentamente.
Gritan, gritan y gritan,
las hojas que caen en la puerta de mi casa.
Cómo anhelo soster sus ojos
para que escarben en este suelo virgen,
atrapado en una jaula
cosmopolita.
Lloran y lloran,
desintegrándose
con la esperanza
de que algún día vuelva
y les hable
de los días en que yo no tenía otoño.
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